Desde que comencé mi carrera en el mundo del vino soñé con escribir un libro sobre vinos uruguayos. Me imaginaba un libro de referencia sobre la vitivinicultura de mi país que fuese útil para aprender y para crear consciencia en todo el mundo sobre los vinos de Uruguay. Empecé de a poco y con total ignorancia sobre el tema. Fui escribiendo cada cosa que aprendía, los vinos que cataba y las historias que los productores uruguayos me contaban. Escribí en libretas, en procesadores de texto y en archivos de notas. Todo estaba desperdigado por diferentes lugares, era un caos de palabras.
Desde que se desató la pandemia del COVID-19 en todo el mundo aproveché el tiempo para profundizar en mis objetivos personales y tracé un plan ordenado de los pasos a seguir. Mucha lectura, conocimiento personal, financiero y espiritual de por medio, claro. En este espacio publicaré regularmente los avances de mi libro para que me acompañen en este camino, aunque ya transité buena parte del mismo.
Me imaginaba un libro de referencia sobre la vitivinicultura de mi país que fuese útil para aprender y para crear consciencia sobre los vinos uruguayos en todo el mundo.
¿En qué etapa estoy hoy? Sigo conectando esas piezas, esos retazos de texto que fui escribiendo a lo largo de los años, principalmente durante el 2019, y en este tiempo de confinamiento, todo lo que es hoy el esqueleto del libro que ya tiene nombre, capítulos, textos e imágenes pero al que le falta el resto de la estructura —me gustó la idea de utilizar la analogía con el cuerpo humano pero ¡qué poco sé de anatomía!—. El libro cobrará vida en setiembre —por esto me gustó lo de la anatomía, quiero ser Mery Shelley— cuando un nuevo ciclo de la vid comience en el Hemisferio Sur. En estos días continuaré escribiendo y visitando bodegas en las distintas regiones vitivinícolas del país.