Hace poco leí una frase en un libro que decía que un escritor tiene que investigar todo lo vinculado al tema sobre el que quiere escribir y luego, con toda esa información, hacer un puré y entregárselo al lector. Desde que decidí escribir un libro sobre vinos uruguayos leo todo lo que llega a mis manos sobre la vitivinicultura nacional y también he hecho —y continuo haciendo— muchas preguntas a referentes del vino uruguayo. La experiencia laboral y la cata continua también son herramientas de mucho valor. No ha sido sencillo asimilar toda la información escrita. Me he encontrado con documentos de larga data que si bien son muy interesantes no sirven como ingredientes para el puré.
Me levanto todos los días antes de que salga el sol y escribo al menos 1000 palabras. Ese ha sido mi objetivo durante los últimos meses. No siempre lo logro, pero eso no ha disminuido mis ganas de volver a intentarlo una y otra vez. En tres meses desde que se desató la pandemia del COVID-19 he visto todos los amaneceres. Tengo el hábito de describirlos por escrito en un ejercicio de «entrada en calor» previo a la escritura del libro.
¿De qué sirven las historias si no se pueden compartir fácilmente?
¿De qué sirven las historias si no se pueden compartir fácilmente? Mi objetivo con este libro es crear un documento que pueda ser de fácil divulgación y con contenido actualizado y profesional. Mapas, infografías lindas, que te den ganas de compartir, porque la belleza y la estética, la real, la simple, también es parte de la comunicación eficaz. Considero que los profesionales que trabajamos en el mundo del vino debemos hacer un puré delicioso con toda la información que nos llega y así divulgarla y llegar a más consumidores. Mi libro sobre vinos uruguayos es una historia que les voy a contar a cada uno de ustedes y que espero que ustedes le cuenten a los demás.